Astor Piazzolla. Otoño porteño.
De
dónde le vendría la costumbre de andar siempre con piolines en los bolsillos,
de juntar hilos de colores y meterlos entre las páginas de los libros, de
fabricar toda clase de figuras con esas cosas y goma tragacantos.
Le
gustaba que todo lo que hacía estuviera lo más lleno posible de espacio libre,
y que el aire entrara y saliera, y sobre todo que saliera; cosas parecidas le
ocurrían con los libros, las mujeres y las obligaciones…
Francisco Canaro. Yo no sé qué me han hecho tus ojos
Nada
de todo eso podía pensarse, pero en cambio se dejaba sentir en términos de
contracción de estómago, territorio, respiración profunda o espasmódica, sudor
en la palma de las manos, encendimiento de un cigarrillo, tirón de las tripas,
sed, gritos silenciosos que reventaban como masas negras en la garganta
(siempre había alguna masa negra en ese juego), ganas de dormir, miedo de
dormir, ansiedad, la imagen de una paloma que había sido blanca, trapos de
colores en el fondo de lo que podía haber sido un pasaje, Sirio en lo alto de
una carpa, y basta, che, basta por favor…
Julio de Caro. Mala pinta
Algo
como la vigilia contra el sueño (las horas del sueño y la vigilia, había dicho
alguien un día, no se habían fundido todavía en la unidad), pero decir vigilia
contra sueño era admitir hasta el final que no existía esperanza alguna de
unidad.
Juan Carlos Cobián. Nostalgias.
Oliveira
sintió que el miedo empezaba a irse, y que eso era malo. No sacaba los ojos de
la raya de luz, pero a cada respiración le entraba un contento por fin sin
palabras, sin nada que ver con el territorio, y la alegría era precisamente
eso, sentir cómo iba cediendo el territorio.
Richard Galliano. Spleen.
Como
dos mellizos que juegan en un sube y baja, o simplemente como cualquiera
delante del espejo. ¿No te llama la atención, doppelgänger?
Alfredo de Ángelis. Al mundo le falta un
tornillo.
-Yo
estoy vivo -dijo Traveler mirándolo en los ojos-. Estar vivo parece siempre el
precio de algo. Y vos no querés pagar nada.
Leopoldo Federico y orquesta. Sueño de
tango.
Pero
no se podía hacer otra cosa que mirar a la Maga tan hermosa al borde de la
rayuela, y desear que impulsara el tejo de una casilla a otra, de la tierra al
Cielo.
Claudia Muzio. Si tu m'ami.
La
Maga había levantado su brazo derecho para atraer la atención de Oliveira, como
si eso fuera necesario, y le estaba pidiendo que llamara a Traveler a la
ventana. Oliveira le explicó de la manera más clara que eso era imposible
porque la zona de la ventana correspondía exclusivamente a su defensa, pero que
tal vez se pudiera pactar una tregua. Agregó que el gesto de llamarlo
levantando el brazo lo hacía pensar en actrices del pasado y sobre todo en
cantantes de ópera como Emmy Destynn, Melba, Marjorie Lawrence, Muzio, Bori, y
por qué no Theda Bara y Nita Naldi, le iba soltando nombres con enorme gusto y
Talita bajaba el brazo y después lo volvía a subir suplicando, Eleonora Duse,
naturalmente, Vilma Banky, exactamente Garbo, pero claro, y una foto de Sarah
Bernhardt que de chico tenía pegada en un cuaderno…
Julio Sosa. Tiempos viejos.
-Fijate
que si me tiro -dijo Oliveira-, voy a caer justo en el Cielo.
Por
eso siento que sos mi doppelgänger, porque todo el tiempo estoy yendo y
viniendo de tu territorio al mío, si es que llego al mío, y en esos pasajes
lastimosos me parece que vos sos mi forma que se queda ahí mirándome con
lástima, sos los cinco mil años de hombre amontonados en un metro setenta,
mirando a ese payaso que quiere salirse de su casilla. He dicho.
Dizzy Gillespie - Adiós
Muchachos.
…en
el fondo Traveler era lo que él hubiera debido ser con un poco menos de maldita
imaginación, era el hombre del territorio, el incurable error de la especie
descaminada, pero cuánta hermosura en el error y en los cinco mil años de
territorio falso y precario, cuánta hermosura en esos ojos que se habían
llenado de lágrimas…
…diciéndose
que al fin y al cabo algún encuentro había, aunque no pudiera durar más que ese
instante terriblemente dulce en el que lo mejor sin lugar a dudas hubiera sido
inclinarse apenas hacia fuera y dejarse ir, paf se acabó.
Me hubiese gustado mucho en esta selección el inolvidable Edmundo Rivero.
ResponderEliminarLo tienes en otros tres capítulos:
ResponderEliminarhttp://daguerrotiposyotroscines.blogspot.com.es/search/label/Rivero%20Edmundo