domingo, 20 de mayo de 2012

Sonidos de Rayuela. Capítulo 53

Schoenberg. Noche transfigurada, Op. 4. Molto rallentando

…una delegación de enfermos había despedido a los salientes con gritos de: “¡Se murió el perro, se murió el perro!”, lo que no les había impedido presentar una carta con cinco firmas a Ferraguto, reclamando chocolate, el diario de la tarde y la muerte del perro.

Sin experiencia, sin verdaderas ganas, sin nada: el hombre era verdaderamente el animal que se acostumbra hasta a no estar acostumbrado.

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