lunes, 5 de agosto de 2013

La misa ha terminado, 1985, de Nanni Moretti por Alan Pauls

Cura no, ni pensarlo -a menos que por cura se entienda al párroco que interpreta Nanni Moretti en La messa è finita, víctima, mártir, precisamente, del aura de comprensión, tolerancia, también sagacidad que lo envuelve, que de algún modo le permite "ascender", puesto que es ese don, raro aun entre los curas, que deberían venir de fábrica con él, el que hace que sus superiores decidan trasladarlo y de la oscura parroquia que administra en una oscura isla del mar Tirreno lo destinene a una oscura parroquia de los suburbios de Roma, y que parece invitar a sus padres, a su hermana, al círculo de amigos con los que se reencuentra después de años, todos estragados por el tiempo, la frustración, la enfermedad, la amrgura sexual, el derrumbe de los ideales...



Alan Pauls, Historia del llanto

domingo, 4 de agosto de 2013

Metalenguajes 2. Lord Jim desde Bryce.

"Muchísima música de fondo tuve que escuchar antes de enterarme de que lo único que ha cambiado en mi vida soy yo. Nada muy grave tampoco, y eso es lo peor, aunque por ahí Joseph Conrad en su libro Lord Jim me ande tranquilizando con es de que el hombre es un ser asombroso pero definitivamente no es una obra maestra".

Alfredo Bryce Echenique. "La última mudanza de Felipe Carrillo".


sábado, 3 de agosto de 2013

Lugares novelados. París 1

"Mientras tanto, mi Departamento como que había embellecido, Montparnasse, el barrio al cual me había mudado al fallecer Liliana, como que también había embellecido, y lo mismo sucedía con la rue Vavin y con el edificio de la Rue Vavin en que quedaba mi Departamento. Embelleció también, de pronto, el Distrito 14 porque en él se hallaba mi atelier...".

"Agarré Departamento en Barrio popular de París, mismo distrito 18, rue Polonceau, lejísimos del taller de mis éxitos y costumbres, segundo piso, ascensor y todo; aunque esto último fue pura coincidencia con la letra del tango (...). Un poquito más allá, en el número 38, de la rue, vivía Catherine Delay, hermosa y blanca como la pared enfrente de mi cama (...)
- ¿Y por qué elegiste este barrio?
- Porque quiero mudarme por última vez, Catherine.
- ¿Tú también...?
- ¿También tú...?"

"A la altura de Notre Dame, a Eusebia no le gustó Notre Dam, o sea que invité a Catherine a comer por ahí por el Barrio LAtino (...). Y escogí un gran burdeos, porque de golpe acababa de encantarme Notre Dame por dentro y por fuera, por ambos lados, y vista por detrás, que es por donde más me ha gustado siempre".

"Llevaba miles de paseos, años de paseos por un barrio de París o de mi vida en el que siempre llovía".


ALFREDO BRYCE ECHENIQUE, "La última mudanza de Felipe Carrillo".


jueves, 1 de agosto de 2013

Barbarroja de Kurosawa en Alan Pauls


(...) y por Bueno él entiende grosso modo el rango de sentimientos positivos que otros suelen llamar bondad humana, el más famoso, hasta donde él sepa, el cineasta japonés Akira Kurosawa, de quien ve y admira toda la obra con una sola excepción, la película precisamente llamada Bondad humana -Barbarroja-.
Ese mero título, y poco importa lo bien que sepa que no ha nacido de la cabeza de Kurosawa sino de la del distribuidor local, basta para mantenerlo alejado de los cines donde la exhiben, y esto no sólo contra la opinión general, siempre sensible a
la alianza extorsiva entre bondad y humanidad, o los elogios desvergonzados con que la crítica celebra su estreno, sino contra el arrobamiento de su padre, que en un primer momento, citando sin saberlo las palabras de los mismos críticos que viernes a viernes condena a arder en el infierno por ineptos, no duda en considerarla «la obra
cumbre» de Kurosawa y objeta la reticencia de su hijo con escándalo, pero algunos años después, cuando la sustancia del conflicto ya es historia pero no su forma, recicla su vieja indignación en una gran escena de humor repetitivo, por otro lado su género predilecto de humor. El gag, que no tarda en volverse clásico, consiste básicamente en llamarlo por teléfono cada jueves, día de estre nos de cine en Buenos Aires, y antes de decirle nada, antes incluso de saludarlo, preguntarle a boca de jarro: «¿Y? ¿Al final fuiste a ver Bondad humana?», así cada jueves de cada semana, hasta que él alcanza la mayoría de edad y al jueves siguiente, después de hacerse asesorar por un conocido con alguna experiencia en cuestiones legales, atiende el teléfono y adivina la voz de su padre sin necesidad de oírla, y antes de que articule una vez más la pregunta de rigor, si al final fue a ver, etcétera, lo amenaza con mandarlo a la cárcel porabuso psicológico reiterad.
Historia del llanto. Ala Pauls