sábado, 19 de mayo de 2012

Los olvidados. LUIS BUÑUEL, 1951. Desde una carta de Octavio Paz a Don Luis


Querido Buñuel:

Ayer presentamos Los olvidados. Creo que la batalla con el público y la crítica la hemos ganado. Mejor dicho, la ha ganado su película. No sé si el Jurado le otorgará el Gran Premio. Lo que si es indudable es que todo el mundo consideraba que —por lo menos hasta ahora— Los olvidados es la mejor película exhibida en el Festival.Así, tenemos seguro (con, naturalmente, las reservas, sorpresas y combinaciones de última hora) un premio.
Ahora le contaré un poco cómo pasaron las cosas. El día 1 de abril (apenas supe que era delegado gubernamental entrevisté a Karal, delegado de la industria, o de los distribuidores, no sé aún a ciencia cierta). Karal y su mujer se mostraban totalmente escépticos. No solamente no creían en su película, sino que adiviné que no les gustaba. Claro que me pareció inútil discutir con ellos. Sabía que en ocho días —y ante opiniones de gente que ellos consideraban— cambiarían. Así ocurrió. Ahora Karal proclama que Los olvidados obtendrán el gran premio.

Cuando llegué a Cannes el 3 me di cuenta de que ni México ni Karal habían preparado la presentación. No teníamos folletos, publicaciones, nada. Tampoco se había hecho la menor propaganda, ni se había utilizado la admiración y amistad que aquí se le profesa. Mi primera preocupación fue movilizar la opinión. Por fortuna, el mismo día 3 encontré varios amigos (periodistas y cineastas) que con todo desinterés —y por amistad hacía su obra— se dedicaron a hacer de Los olvidados «el film del Festival». Entre ellos debo mencionar a Simone Rebreuilh (amiga suya), Kyrou (un chico amigo de Breton), Fréderic y Langlois (de la Cinemateca), etc. En primer término visitaron a Jacques Prévert (que se ha portado de un modo maravilloso). Logramos la colaboración de Jean Cocteau y Marc Chagall. (Picasso, que prometió asistir, no pudo o no quiso —¿política de partido?— concurrir a la representación. De todos modos sus amigos estuvieron con nosotros). Movilizamos también a la prensa, señalando a los conocidos que se trataba de una gran película. Cocteau llamó varias veces a la Secretaria General, pidiendo folletos, etc. Finalmente, 24 horas antes, distribuimos el texto que escribí sobre usted. En suma, creamos una atmósfera de expectación. Hay que decir que Karal los últimos días, despertó y nos ayudó. Dancingers se presentó a última hora y —aunque tarde— también fue eficaz.

Ayer el teatro estaba lleno como en sus grandes días. Algo iba a pasar. Distribuimos a nuestros amigos estratégicamente. Pero no hubo batalla. Su película fue aclamada, aunque —claro está— parece que hay incomprensiones: los refinados, algún grupo comunista (esto último no lo puedo asegurar, aunque me dicen que Sadoul encontró el film demasiado negativo e inutilizable). El público aplaudió varios fragmentos: el del sueño, la escena erótica entre el Jaibo y la madre, la del pederasta y Pedro, el diálogo entre Pedro y su madre, etc. Al final, grandes aplausos. Pero sobre todo, una profunda, hermosa emoción. Salimos, como se dice en español, con la garganta seca. Hubo un momento —cuando el Jaibo quiere sacarle los ojos a Pedro— que algunos sisearon. Fueron callados por los aplausos.
Los comentarios no pueden ser más entusiastas. Prévert declaró que era la mejor película que había visto en los últimos diez años. Cocteau citó a Goethe, quien había afirmado que el mejor músico de su época era Beethoven [sic]. ¿Y Mozart? le dijeron: «—Mozart no es el primero, ni el segundo. Es único, está aparte». Así dijo de Buñuel. Ni es el primero, ni el segundo: es único. Está solo— Pudovkin afirmó que se trataba de un gran film lleno de optimismo en los valores humanos [*]. Esta opinión desconcertará a los periodistas comunistas. Hoy por la mañana la Radiodifusión francesa invitará a todas esas personalidades para pedirles opiniones. Ya se las enviaremos. También le remitiremos los recortes de prensa.

Tengo que pedirle un favor: agregue en la página cinco del artículo que le envié, a continuación de grandes y pequeñas estrellas, lo siguiente: «Sabíamos que Rodolfo Halffter es un gran músico. Ignorábamos que la música —arte dotado de irreductibles poderes de encantación— era de tal modo capaz de fundirse a la acción. Imagen visual, sonido y movimiento fílmico forman un todo indivisible. La música de Halffter posee una calidad que no es exagerado llamar interior. Quiero decir: no acompaña el drama, no lo subraya, ni lo comenta: brota de la acción, es su respuesta fatal, su necesario complemento ¡lograda unidad!».
Le ruego agregar este párrafo porque no solo me parece justo sino porque no me perdonaría a mí mismo haber olvidado a Halffter. Asimismo le suplico que mande copiar el artículo y se lo envíe a Fernando Benítez, director de Novedades. Sería bueno que el artículo apareciese con una breve nota en la que se mencionase el éxito de Los olvidados y las opiniones que le transcribo en esta carta
Y nada más, sino un cordial saludo de su amigo [1].
Octavio Paz

*. Chagall declaró que no estaba sorprendido: «sabía que usted era un gran artista. Felicitó también a Figueroa y Halffter [sic]».

1. ¿Es necesario repetirle que estoy orgulloso de luchar por una película como Los olvidados?

2 comentarios:

  1. Enlazo ahora mismo a mi facebook, esta es otra entrada excelente!

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  2. Gracias Tenchy. En breve subiré otro artículo que Octavio Paz escribió sobre Buñuel y Los olvidados.

    Un abrazo

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