jueves, 24 de mayo de 2012

El último tango en París, BERNARDO BERTOLUCCI, 1972, en versos de Horacio Salas


Los zopilotes sobrevuelan las tejas coloniales
como buitres sobre la carroña del desierto
y desde el Monumento a la Paz que los reflectores recortan en la
          noche
se puede ver Tegucigalpa su catedral su estadio
la iglesia de terracota sobre un monte entre avisos de Coca-Cola
disfrute Coca-Cola o Pepsi Kent Malboro o Lucky Strike
Juzcelino mestizo como el 92 por ciento de sus compatriotas
explica que los zopilotes son benéficos
porque sólo comen animales muertos
 o enfermosos —precisa— cuando viene el verano
los nazis matan niños en Treblinka
y en Chile están acribillando adolescentes
muchachos que tiritan contra la madrugada
y en el pequeño cine más chico que el Odeón de mi infancia
las gotas caen acompasadamente en la butaca
y Marlon Brando puede amarla con furia contra el piso
en esta ciudad donde la Virgen de Supaya se apareció en 1747
y alguien pidió hace doscientos años a San Miguel Arcángel
ven en auxilio del pueblo que Dios te ha confiado
First National City BanK travellers checks y cambio
la sangre tiñe las paredes las toallas los blancos azulejos
como el guardapolvo del partero cuando anunció
el nacimiento de mis hijos
pero olvidemos todo lo que hicimos que todo quede fuera
el subterráneo que trepa por París como los trenes sobre los puentes
          de Palermo
el coronel que supo enseñarle a su perro a distinguir el perfume de un
          árabe
por el olor del desierto será seguramente
el olor de las barracas de Auschwitz
el olor del Estadio Nacional de Santiago
el olor de la morgue un 22 de agosto
el olor de la quema sobre José León Suárez
aquella noche exacta te acordás
mientras yo te repetía mi amor contra el oído
y la lucha quedaba a cientos de kilómetros
o sólo a algunas cuadras
(...)


HORACIO SALAS. Last tango en Tegucigalpa

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