El 9 de octubre de 2008 Sitges no podía disimular su ansiedad. No era para menos. Por la alfombra de su festival pasearían las últimas propuestas de quienes formaran uno de los tándems más renovadores del anquilosado cine ‘independiente’ americano. Michel Gondry, realizador de videoclips musicales en los que ha colaborado con Bjork o Radiohead, y Charlie Kaufman, el guionista más influyente de la última ola de cine estadounidense, la última esperanza para un colectivo desatendido que en aquel año había paralizado la industria cinematográfica tras convocar una histórica huelga que se prolongó durante más de tres meses.
De la colaboración entre ambos nacieron dos obras personalísimas, periféricas, de idéntica calificación que aquellas otras dos realizadas por Kaufman junto a otro de los actuales gurús del videoclip, Spike Jonze.
Kaufman, tras visitar un indiferente Cannes, acudió a Sitges para presentar la que es su primera película como realizador, Synecdoche, New York, en la que un director teatral naufraga en su vida privada mientras trata de llevar a escena su megalómana y definitiva obra.
Su cine recurrentemente se puebla de los mismos personajes, normalmente masculinos, atormentados, obsesionados con la soledad y con los procesos creativos; incomprendidos, acomplejados, verdaderos perros verdes en los que el guionista vuelca sus propias obsesiones como autor. “Hay mucho de mí en lo que hago”, respondió durante la rueda de prensa.
Mientras se apagaban las luces se recuerdaban sus primeros trabajos televisivos de principios de los ‘90. De éstos, numerosos, destaca su colaboración en la delirante serie Búscate la vida, en cuyos guiones ya se deja entrever el humor surrealista de sus posteriores propuestas. Como ejemplo, el episodio en el que el protagonista viaja, una y otra vez, al pasado para tratar de impedir que un amigo sea expulsado de la policía por orinar en los pantalones de su superior. Aquellas lluvias trajeron estos lodos.
Comienza la proyección. Synecdoche resulta convincente durante su primera media hora, al igual que con sus anteriores guiones, en los que, tras un planteamiento absorbente, la trama se acababa diluyendo entre artificios e inconsistencias. Recuerdo los primeros 30 minutos de Cómo ser John Malkovich; surrealistas, disparatados, geniales, en los que Kafka, Ionesco y Lewis Carroll parecen haber coincidido en un universo manejado por Terry Gilliam. Nominaciones y premios confirmaron su talento, permitiéndole seguir siendo fiel a su personal estilo cargado de situaciones ilógicas y gusto por el feísmo y la ridiculización empática y amable de sus protagonistas.
Con tales mimbres fabricó la fallida Human Nature, su primera colaboración con Gondry. Película de sobremesa en la que un científico acomplejado y una naturista involutiva encuentran a un hombre-mono a quien tratan de ‘civilizar’. Desafortunadamente, el guión apenas bebe de referencias filosóficas o antropológicas. Una pena, asegurarían Truffaut y Herzog. Pero Kaufman necesitaba seguir sorprendiendo y en 2002, de nuevo junto a Jonze, presenta Adaptation (El ladrón de orquídeas). El protagonista esta vez es –para qué andarse por las ramas– él mismo. El resultado es un intento de metacine en el que se reflejan sus propias inseguridades y patetismos. De nuevo nominaciones, loas y premios.
Una hora de Synecdoche, New York: el protagonista decide llevar a escena su propia vida con actores en los papeles de él mismo y sus allegados. La película resulta ser una sinécdoque del propio Kaufman, una parte que deja entrever el todo, una nueva vuelta de tuerca a sus propios fantasmas.
“Me quedo con Olvídate de mí”, se murmura desde alguna butaca. Y es que, tras arredilar parte de su creatividad en el guión, castrado por George Clooney, de Confesiones de una mente peligrosa, Kaufman, de nuevo con Gondry, realiza en el 2004 quizás su mejor película, la más sincera, la menos vacía, mostrando a dos personajes tarados emocionalmente que para olvidarse de una relación amorosa turbulenta deciden borrar los recuerdos de quien fuera su pareja.
Narrado invirtiendo el orden cronológico, como acababa de hacer Nolan en Memento o como repetiría Ozon en 5x2, el guión obtuvo el Oscar y no sé cuántos premios más ¿Pero no era Kaufman un guionista de cine independiente? Quizás no tanto si atendemos al respaldo que recibe de las grandes productoras, a sus cifras de recaudación o a los actores que participan en sus películas: desde Julia Roberts a Nicolas Cage. Créditos finales. Abucheos y pitos. Sitges resulta más exigente que Cannes. “Caótica, confusa, ensayo hipermanierista de Woody Allen”; se oye de todo, hasta “sucedáneo de 8 y ½”, aunque respecto a Fellini el autor mantiene cierta distancia: “No he visto esa película”, afirma.
Kaufman no engaña: dos horas de delirio vacío e hipercreativo, aunque esta vez más incomprensibles. “Lo mejor que puedo hacer es no tomarme casi nada en serio”, aseguró en Sitges. Así sea, empezando por sus películas.
DÓNDE:
http://www.taringa.net/posts/tv-peliculas-series/2216923/Synecdoche_-New-York-_Charlie-Kaufman_.html
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