Conocer a Borge como jefe y como hombre fue una de esas experiencias
que jamás alcanzarán a entrar en la palabra escrita; el silencio, la simple
alusión son preferibles, pero quiero decir aquí cómo encontré en él esa difícil alianza de la sensibilidad poética con el duro oficio de llevar
a un pueblo hacia su auténtico destino, esa voluntad de hierro tendiendo
una mano que aprieta sin lastimar. Conocía ya su libro de recuerdos sobre
Carlos Fonseca, fundador con otros héroes del Frente Sandinista de Liberación Nacional,
base germinal del movimiento, que acabó con la tiranía somocista; en ese breve
texto escrito en la cárcel, Tomás revelaba su propia personalidad sin ponerse
jamás en primer plano, limitándose a aludir a esas páginas como «poseídas por
el dios de la furia y el demonio de la ternura». Nadie como él hubiera podido
describir con tan pocas palabras la admirable personalidad de Carlos Fonseca, y
a la vez describirse a sí mismo sin saberlo, retratándose a contraluz a través
de un estilo donde el pudor elimina toda retórica, donde todo está dicho casi
sin decirlo (y yo, que me obstino en reclamar de los revolucionarios una
palabra y una escritura verdaderamente revolucionarias en vez de los clisés que seguimos escuchando en tantos discursos y
libros, tengo el derecho de afirmar aquí que ese texto de Tomás Borge es un
claro y raro ejemplo de ese estilo).
Hosco, tierno amigo, ya para siempre, sé que
en algún momento en que yo no podía escucharte; le dijiste a Carol: «Cuida de
Julio, cuídalo mucho». Claro que ella me cuidará, pero eres tú quien debe
cuidarse, Tomás, porque tu pueblo te necesitar como necesita a todos tus
compañeros. No te diré más, no es necesario entre nosotros ahora. Vives con
Nicaragua y tu pueblo es hoy el pueblo más vivo del mundo, el más hermoso y el
más libre.
NICARAGUA, TAN VIOLENTAMENTE DULCE. Julio Cortázar
Fragmento de "Julio Cortázar", de Tristán Bauer.
Fragmento de "Julio Cortázar" realizado por INCINE.
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