(...) Vení pronto, comediante del viejo palomar, pedacito del cielo celeste, culito lindo, aquí en esta silla y ahora hago café para evribodi, ristretto, che, ristrettisimo como un cuadrito de Chardin todo sustancia y luz y perfume, un café que condense las magias de la noche como esas canciones de Leonard Cohen que me regaló Francine y que me gustan tanto.
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