domingo, 31 de octubre de 2010

El cuarto de Leo. ENRIQUE BUCHICHIO. Uruguay, 2009

"El desorden de tu cuarto es el desorden de tu cabeza". Con esa contundencia, una vez, mi padre me increpó cansado ya de la pocilga en la que yo dormía. Desorden de mi cabeza. Joder, tiene razón. Y me di cuenta del acierto de sus palabras porque, era verdad, en las pocas ocasiones en las que ordenaba mi cuarto me sentía a gusto, como si manejara el entorno. Entonces, más que mi habitación, era mi cabeza la que estaba despejada.

Algo así le pasa a Leo, el protagonista de la ópera prima de Enrique Buchichio. Como no se encuentra, como no se anima, como no arranca, todo se hace un mundo y el mundo se reduce a él y su pieza, allí donde se refugia, se esconde, donde es fácil permanecer para que no lo juzguen: un laberinto del que cuesta salir.


Lo cierto es que recoger no era lo que me suponía un abismo; el abismo era ponerse a recoger. Pero una vez que se da ese primer paso, una vez metida en faena, acomodarlo todo viene rodado.

En realidad a Leo no le pasa nada. Le pasará al entorno, en todo caso. Es el vecindario, la ciudad en la que vive, el mundo en general, el que está mal ordenado y da miedo presentarse en medio y ponerse a recoger. Da pánico el rechazo, vergüenza creerse diferente, pereza hacer comprender lo que solo se siente. La manera en que algunos ordenan el mundo es el abismo de Leo:

"Es que se llama Santiago", le explica desconsolado al psicólogo, como si acabara de abrir la caja de Pandora y todo se fuera a derrumbar. '¿Y qué? ¿Que no te gusta el nombre?', le contesta sonriendo el profesional mientras Leo llora.

La que sí que llora -y con razón- es Caro, una amiga de la infancia con la que Leo se topa un buen día en el supermercado. El mundo, a ella, le trae sin cuidado. Hace tiempo que se apartó de él. Desde el brutal accidente del que se siente responsable, sobrevive sufriendo y sufre porque sobrevivió, nada más.


"Ni siquiera el mundo al que había que enfrentarse era tan hostil" -eso imagino yo que pensó Leo al salir de la consulta del psicólogo-. "Después de todo, saldrá rodado". Porque se atrevió a dar el costoso primer paso para empezar a ordenar a su manera.

Hasta entonces, ensimismado como estaba consigo mismo, entre sus cuatro paredes, difícilmente podía percatarse del dolor de su amiga recién reencontrada.

Para Caro el mundo es más que un laberinto; es un caos, una pesadilla a la que parece estar condenada a no despertar nunca. El abismo de Caro no es ordenar, es volver a construir -después de todo- un mundo que se derrumbó.


De manera inconsciente, Leo y Caro se ayudan mutuamente. Aunque no se conozcan porque no se ven desde hace años, no son extraños y creo que es eso lo que les une: como ninguno de los dos sabe por lo que está pasando el otro, se sienten libres de juicios. Así forjan su amistad. Leo, primero, saca a Caro de la cama en la que pasa las horas muertas drogada con antidepresivos. Caro, después, le ayudará a pintar el cuarto a Leo; cuando su cabeza ya está en orden y solo queda ir acomodando su alrededor.


Enrique Buchichio ha escrito y rodado una historia íntima y sencilla, con dosis de tragedia, pero también con entrañables puntos de humor bien acomodados que rompen con el dramatismo que Leo infiere a lo suyo y dan tregua a Caro.

Una historia así le faltaba al cine uruguayo porque su cada vez más potente industria cinematográfica no contaba aún con una película en la que se reflejara de forma patente la homosexualidad, a pesar de ser Uruguay uno de los primeros países del contiente en reconocer y legalizar la unión civil entre personas del mismo sexo. La ley se adelantó al conservadurismo de su sociedad, pero el arte tiene la virtud de romper moldes.

El Cuarto de Leo ha tenido muy buena crítica tanto fuera como en su tierra, aunque los inspectores uruguayos, basándose en parámetros carcas y nada sensatos, la calificaran de 'no apta para menores de 15 años', como si la definición sexual y llegar a entender desde adentro al otro fuera un problema en lugar de una posibilidad. A pesar de ello, se ha llevado, entre otros premios, el del Público en el Festival Internacional de Cine sobre Diversidad Sexual y de Género Llamale H. Aún se pasea por certámenes de toda índole alrededor del mundo recopilando reconocimientos y logros.


ESCENA DAGUERROTIPO:

Mientras Seba continúa en la cama, Leo sale un momento a buscar un vaso de agua a la cocina, donde se encuentra con su compañero de piso, Felipe, un antihéroe que ve, escucha y calla, pero que, sobre todo, está pensado para hacer reír. Leo vuelve a su cuarto y, de pronto, suena el timbre. Termina abriendo Felipe: es Caro. Ésta se dirige al cuarto de Leo y llama a la puerta con insistencia; Leo se pone nervioso, le tapa la boca a Seba y espera a que Caro se vaya. Cuando cree que el horizonte está despejado, salen y se encuentran en el salón a Caro que espera junto a Felipe a que Leo 'vuelva' a casa. Ahí comienza la escena destornillante y la interpretación fantástica de Leo que intenta ingeniárselas torpemente, frente a las miradas incrédulas de los tres que lo escuchan, para evitar que sospechen nada.




DÓNDE

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2 comentarios:

  1. Me encanta la escena en la que Felipe le cuenta a Leo, con triste resignación no falta de ironía, la elección que tomó cierta noche y que aclara su actual estado.

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  2. Anoche me sacaste de mi cuarto.

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