jueves, 4 de noviembre de 2010

Hamlet va de negocios. AKI KAURISMAKI. Finlandia, 1987.

Pocas adaptaciones de obras de Shakespeare podremos encontrar (teatrales, literarias o cinematográficas) tan singulares como la que Kaurismaki realizó en 1987 de Hamlet. Y no sólo por ser Shakespeare, sino por ser Hamlet, la gran tragedia existencialista, el drama solemne sobre la traición, el dolor, la venganza y la ira. Tratar el drama del Príncipe de Dinamarca con sentido del humor, ironía e intención paródica resulta más que arriesgado, si bien Kaurismaki consigue, a partir de la obra del bardo inglés, readaptar la trama a los cánones modernos de la economía de mercado y la libertad de empresa con un ingenio y una sutilidad surrealista más que convincentes; diría que geniales.


Kaurismaki nunca se ha considerado un director de vanguardia, ni mucho menos. Sus películas se realizan acordes a las pautas del cine clásico, con movimientos de cámara en su mayoría inapreciables, realización sobria y funcional, puestas en escena austeras y guiones de escaleta de escuela de cine; y sin embargo se ha convertido (por encima de tantos y tantos cadáveres de jóvenes directores que con escasa aptitud cinematográfica se creen postmodernos al colocar, por el mero hecho de colocar, la cámara como si fueran los nuevos Orson Welles) en uno de los realizadores europeos más personales y sorprendentes de las últimas décadas, un autor ajeno a tendencias, modas e imposiciones de mercado o crítica, uno de los pocos directores de los que se puede decir que es imposible no reconocerle en todas y cada una de sus películas, como si con veinte segundos al azar de la que fuera de éstas, cualquiera, resultara suficiente para identificarle. Porque sus filmes son tan incuestionablemente suyos, y de nadie más, que aquellos que tratan de adaptarle, de homenajearle, véase Jarmush en muchas de sus obras, sólo fabrican productos manieristas sin alma ni concierto.


El Hamlet finés del Siglo XX, fuera de Reinos y Castillos, el de Kaurismaki, acaba de heredar la empresa familiar después de que su tío haya envenenado a su padre (Presidente y principal propietario de la empresa) y haya desposado a la viuda, con el objetivo de controlar el negocio y cambiar radicalmente su estrategia productiva para pasar a fabricar patitos de goma (sic). Pero el espíritu del padre asesinado reaparece una noche para instigar a Hamlet a la venganza.

Sobre el texto de Shakespeare, tratado con respeto pero sin sacralidad, se escribe una trama de paródica credibilidad y fino sentido del humor, minimizada respecto a la original -tal y como nos tiene acostumbrados Kaurismaki- y aliñada de fragmentos reinterpretados de una comicidad surrealista y una inteligencia absurda. Al contrario que en el drama de Shakespeare los personajes aquí se mantienen fríos, insensibles, aun en las situaciones más absurdas que se pueda uno imaginar, manteniendo una solemnidad impostada que pierde toda ceremonia al enfrentarse a la realidad que viven.


Y como la mayoría de películas de Kaurismaki su Hamlet también se construye sobre sus silencios y sus diálogos, siempre inmejorables, de un trabajoso e inteligente utilitarismo, sintéticos y elípticos, simbólicos y cargados de ironía; como si cada palabra costara un mundo enunciarla y por tanto sólo llegara a pronunciarse, y siempre con precisión de cirujano, si fuera estrictamente necesaria.


LA ESCENA DAGUERROTIPO

Pero Kaurismaki no sólo es contención, o no al menos siempre, sino que cuando quiere, y más si decide fotografiar en blanco y negro, muestra su enorme destreza para crear atmósferas e impactar con su poética estilización visual.


Ofelia (maravillosa, como siempre, Kati Outinen), tras ser rechazada por Hamlet, despechada y abatida, decide suicidarse con somníferos. Tras tomárselos, su rostro se dulcifica y siente el suave y agradable abrazo de la muerte mientras se desliza en el interior de la bañera.

DÓNDE

o

1 comentario:

  1. Acabo de ver este filme hoy en un Cineclub en Mexicali...lastima que poca asistencia pudo apreciarla, pero bueno, asi sucede...si fue una apuesta muy surrealista de la obra original, muy sobrias las actuaciones, y si, frias, como el clima escandinavo...es un cine diferente sin duda, que nos deja en perspectiva :)

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