martes, 28 de agosto de 2012

Los rasgos de la mexicanidad según Octavio Paz en el cine de entre 1977 y 1978 de Arturo Ripstein. PARTE 4


“Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida. La indiferencia de la muerte para el mexicano se nutre de su indiferencia por la vida” (Octavio Paz).

Ese culto ambiguo que el mexicano procesa por la muerte, presente en sus fiestas y celebraciones, en su folklore parido de su más ancestral cultura base mesoamericana, lleva a normalizar y considerar la muerte como un espejo o incluso la significación final de la propia vida. “Morir es natural, incluso deseable”. Cómo no proporcionarle entonces un significado mayor a la muerte que a la propia vida, cuando ya de por sí en muchos casos ésta carece realmente de algún significado.



En el cine de Ripstein la muerte figura, está presente, se deja notar, trasciende; si bien, como realmente cobra su mayor significado es desde su vertiente ceremonial y no emocional; la muerte de su marido y de dos de sus hijos son olvidados por la sobrina de Tía Alejandra para centrarse en la ceremonia de la venganza; la japonesita sobre la que sobrevuela la ausencia de su madre es incapaz de pensar en otra cosa que no sean realidades logísticas y formalidades mientas matan a su padre; cuando Tarzán Lira agoniza moribundo sobre la cama del hospital de la prisión donde acaba de ser acuchillado, el Sargento sólo sabe decirle al médico: “a ver si muere pronto que faltan camas”; la muerte del cura en “la viuda negra” es recibida con una indiferencia rencorosa por parte de su rebaño en un gesto de hipocresía social confirmado por sus propios pecados escondidos; la madre de Dionisio muere desatendida en “El Imperio de la fortuna” mientras aquél, a escasos metros, trata de reanimar desesperadamente a un gallo de pelea… “Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida”.


En definitiva, el cine de Arturo Ripstein se puebla de todos los rasgos que Octavio Paz hizo propios de la mexicanidad en su “Laberinto de la soledad”: barreras infranqueables, moral de siervo, violencia pasional y/o gratuita, machismo, indiferencia por la vida y por la muerte, mentira, hipocresía social, doble moral, corrupción, abuso de autoridad y poder, máscaras “siempre en peligro de ser desgarradas en una súbita explosión de nuestra intimidad”. 

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