Y así sucede que la misma burguesía liberal que, en Rusia, simpatizó en 1905 con el auténtico acorazado Potemkin, amotinado, que en Odesa saludó la bandera roja de los rebeldes y que, finalmente, fue abatida a tiros, esa misma burguesía ya no quiere ver ni en pintura el Potemkin filmado (...).
Todos los escritores sacan material para sus obras de aquellos años gloriosos de los años revolucionarios, o bien de esa otra gran época de inmensa agonía y hambre sobrehumana. Todas las buenas películas, como Potemkin o La madre, tratan sobre episodios revolucionarios de tiempos heroicos pasados, remotos o recientes. ¿Pero quién se atreve a describir, quién puede describir el día a día actual, esta lucha cotidiana, gris, menuda, con millones de preocupaciones grises, menudas?
JOSEPH ROTH, Viaje a Rusia, 1926
No hay comentarios:
Publicar un comentario