Edmundo Rivero. Cafetín de Buenos Aires
Y ahí, a los veinte años, dijimos nuestra
palabra más lúcida, supimos de nuestros afectos más profundos, fuimos como
dioses del medio litro cristal y del cubano seco. Cielito del café, cielito
lindo. La calle, después, era como una expulsión…
Anibal Troilo. Quejas de Bandoneón.
… esa chica se ha estado informando de mis
derrotas ultramarinas, y entre tanto tejía y destejía el mismo pulóver violeta
esperando a su Odiseo.
A ver si de nuevo sembrás la confusión en las
filas, si te aparecés para estropearles la vida a gentes tranquilas…
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