Aníbal Troilo. Tu diagnóstico.
Antes
de desembarcar en la mamá patria, Oliveira había decidido que todo lo pasado no
era pasado y que solamente una falacia mental como tantas otras podía permitir
el fácil expediente de imaginar un futuro abonado por los juegos ya jugados.
Con
una valija en la mano, enderezó para el lado de una parrilla del puerto, donde
una noche alquien medio curda le había contado anécdotas del payador Betinoti,
y de cómo cantaba aquel vals: Mi diagnóstico es sencillo: Sé que no tengo remedio. La idea de la palabra diagnóstico metida en un vals le había parecido
irresistible a Oliveira, pero ahora se repetía los versos con un aire
sentencioso.
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