Nuestra historia debería comenzar en 1933. Con el ascenso al poder del Partido Nazi muchos intelectuales de izquierda alemanes se refugian en países cercanos para poder continuar sin censuras con su actividad antifascista. Entre ellos destaca el artista alemán John Heartfield, padre del fotomontaje y creador de la contrapublicidad.
Miembro del grupo Dadaísta berlinés desde 1918, Fundador del Partido Comunista Alemán, enemigo aférrimo del ultranacionalismo germánico, que le llevó en 1916 a fingir una depresión nerviosa para no ser llamado a filas y a cambiar su nombre genuínamente alemán, Helmut Herzfelde, por otro anglosajón; Hertfield se convierte durante el periodo de entreguerras, junto a Bertolt Brecht o Alfred Doblin, en uno de los más activos, críticos y provocadores artistas e intelectuales alemanes.
Heartfield se caracterizó desde 1920 por el fotomontaje, el grafismo y el collage utilizándolos como armas políticas; publicando en periódicos de izquierda o vinculados a vanguardias artísticas sátiras de contrapublicidad sobre las instituciones de la República de Weimar primero y centradas en el ascenso y actividades del partido Nazi más tarde.
Convencido de que la publicidad y la imagen pueden convertirse en los principales instrumentos de influencia política de masas, desarrolló un lenguaje artístico propio derivado de las prácticas dadístas en el que con satírico sentido del humor trascendía la obra artística neutra y meramente estética para gracias al montaje convertirla en un arma social e ideológica.
Sin tratar de confundir al espectador al no pretender simular escenas reales sino esperpénticas y grotescas transformaciones de la realidad, Heartfield junta capas de imágenes, recortadas y pegadas en escalas diferentes, logrando que la suma de todas se convierta en una crítica política feroz frente al horror que se avecina; imagenes ante las que el espectador no puede permanecer indiferente.
Tras visitar la Unión Soviética donde expone en Moscú más de 300 de sus obras representativas y, en concreto, a partir de su exilio en Praga y la subida al poder del partido Nacional Socialista, Heartfield concentra sus punzantes críticas en la figura de Adolf Hitler y el Tercer Reich, denunciando la sociedad industrial capitalista, la intolerancia, el militarismo, el totalitarismo nacionalista y el anitisemitismo nazi mediante montajes como aquel en el que Hitler riega árboles del que nacen bombas y cascos de soldado, o aquel en el que el Fhurer traga oro y vomita basura.
El objetivo de su popular y directa obra es convencer a la desorientada y extremada sociedad alemana de los peligros escondidos bajo los discursos nacionalistas oficiales. Para mostrar la verdadera cara del nazismo realizó una obra ingente de fotomontajes fotográficos y de vídeo que desde Praga y publicadas en revistas obreras seguía enviando a su país, finalmente de manera clandestina.
Tras la presión del gobierno Nazi a las autoridades Checas pidiendo la extradición del artista, en 1938 Heartfield abandona Praga para trasladarse a Londres. Allí, curiosamente, y pese a haber sido uno de los mayores azotes del Regimen Nazi fue internado en los campos de Lutton y York donde los ingleses enviaban a los alemanes considerados enemigos del Imperio Británico.
Hasta 1948 no volvería a su país, tras 15 años de exilio, para dedicarse a la escenografía teatral y continuar con su actividad plástica. Su anterior exilio en un país occidental causó iniciales recelos entre intelectuales y políticos alemanes, hasta que en 1956 Brecht logró que le aceptaran en la Academia de las Artes Alemana.
Sería en el Berlín Oriental y a partir de la década de los años 50 cuando por fin se reconocería por público y crítica su imprescindible figura artística. Antes de su muerte en 1968 Heartfield aún construyo imágenes que, cargadas de ideología, han trascendido como icono de la modernidad y crítica al capitalismo hasta nuestros días.
Para ver el Circuncines sobre John Heartfield:
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