lunes, 16 de abril de 2012

Atahualpa Yupanqui desde/por Julio Cortázar

Estoy por poner uno de los discos de Atahualpa cuando harrecia hotra vez la hagarrada wagneriana y vuelta al pickup a su perchita. Yo camaleón (me he explicado en alguna parte) saboreo subrepticio la cosquilla secreta de las síntesis y las conciliaciones, el Ying y el Yang (...). Hasta mis amigos wagnerianos, ay; pero con estos otros vamos a darle rienda a Atahualpa, que canta de caballos homéricamente (al catálogo de las naves sucede ahora el de los pingos en Pelajes entreveraos: ¿cuál es la diferencia, oh maestro Segalá y Estalella?).


Aquí donde no hay caballos, la tropilla de Atahualpa se nos desparrama en la noche provenzal; América es una sola, aunque pocos lo crean, un día por encima del Pentágono y las bananas y el petróleo los hombres comprenderán la imbecilidad incurable de los nacionalismos; pero antes habrá otras imbecibilidades que matar, stop hermano, escuchemos al aedo norteño que nos está diciendo que tuvo un lindo doradillo (salió de un monte con puerta: un monte con puerta, me lo tendrías que explicar, atahualpa, y estás tan lejos de Saignon), un doradillo que se cansaba de ganar carreras. "Ni lo veían los rayeros, de ganar ya estaba harto...".

De compadrada en compadrada, ahora nos enteramos de que Atahualpa perdió su doradillo, pero no importa porque hay otros:


Y como buen argentino
no me podía faltar
dos gateaos para mudar
uno rubio, otro barcino

El gaucho asimila siempre el caballo a su historia personal, y es bueno oírle a Atahualpa:

Un flor de gateao tiznao
me sacó de mil apuros,
marca de Remigio Luro,
me lo habían regalado.

Julio Cortázar. "Último round (Uno de tantos días de Saignon)"


"El árbol, el río, el hombre". Atahualpa Yupanqui sobre versos de Julio Cortázar.

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