miércoles, 4 de julio de 2012

Sonidos de Los Autonautas de la cosmopista. Parte 1

Y así, cada tanto dejo de trabajar y me voy por las calles, entro en un bar, miro lo que ocurre en la ciudad, dialogo con el viejo que me vende salchichas para el almuerzo porque el dragón, ya es tiempo de presentarlo, es una especie de casa rodante o caracol que mis obstinadas predilecciones wagnerianas han definido como dragón, y no solamente un dragón cualquiera sino fafner, el guardián del tesoro de los Nibelungos, que según la leyenda y Wagner habrá sido tonto y perverso, pero que siempre me inspiró una simpatía secreta aunque más no fuera por estar condenado a morir a manos de Sigfrido y esas cosas yo no se las perdono a los héroes, como hace treinta años no le perdoné a Teseo que matara al Minotauro.

Richard Wagner. De Sigfried (Los Nibelungos)



…la máquina de escribir, libros, vino tinto, latas de sopa y vasos de papel, pantalón de baño por si se da, una lámpara de butano y un calentador gracias al cual una lata de conservas se convierte en almuerzo o cena mientras se escucha a Vivaldi o se escriben esta carillas.

Antonio Vivaldi. Primavera (parte 2)



Así como hoy, y los otros 32 hoy que nos faltan, no-se-puede-salir-de-la-autopista.
Oh sí, era un buen signo, me ha hecho bien encontrármelo como envuelto en el perfume del arbusto de flores blancas. Gerontología de verdad, sentir de nuevo “que veinte años no es nada”, y muchos más de veinte, compadre.

Carlos Gardel. Volver



No soy malo, creo, pero nunca me niego a una venganza justa, aunque sea sólo mental. Pienso que es posible proyectar un deseo y que de alguna manera se cumpla. Deseé minuciosamente que el autor de la boram se estrellara en cualquier lugar de la autopista, que su auto quedara como el bandoneón de Juan José Mosalini cuando lo arquea en el último acorde bien canyengue de un tango, y que el conductor no sufriera ninguna herida importante.


Astor Piazzola, Juan José Masolini. Lo que vendrá.


Cuando usted lea esta página, las noticias de esta tarde serán ya un mero gajito en la inmensa naranja del tiempo, cosas y cosas habrán sucedido y, como cantaba Jean Sablon en los viejos tiempos,
Tout passe, tout casse, tout lasse,
Un autre aura ma place…
Otra guerra arderá en otros horizontes, etcétera.


Jean Sablon. Je tire ma révérence.

2 comentarios:

  1. Me imagino estos textos ingeniosos y esta excelente selección musical en un mañanero programa de radio,comenzar el día y pensar... al final de cuentas, siempre tendremos la música!

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  2. Radiofonías que marcan ritmo y pulso...

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