sábado, 13 de noviembre de 2010

La clase. LAURENT CANTET. Francia, 2009.



Documentemos a Sísifo. La clase, palma de Oro en Cannes (traducción poco acertada de Entre les murs), indaga, con una verosimilitud jamás alcanzada anteriormente por el cine, en la cotidianidad de un centro de enseñanza secundaria, elevando la escuela pública –laica, obligatoria, gratuita– a muestra representativa y caja de resonancia de la actual situación social francesa (y de paso española). La película describe la práctica docente desprendiendo veracidad, nada resulta solemne ni engañoso, no se escuchan mensajes manidos ni tópicamente envasados, no existen héroes ni villanos, sólo una tangible muestra de compromiso y de áspero esfuerzo por educar y aprender. Un esfuerzo, tan vívido, que el espectador acaba igual de exhausto que el profesor y sus alumnos.

François Begaudeau (autor del libro homónimo, coguionista, ex profesor y protagonista del film) se interpreta a sí mismo en clave pseudo-documental con el objetivo de desmitificar la figura del docente, haciéndole cometer continuos errores, asumiendo riesgos suicidas en el aula derivados de la situación de incertidumbre e incesante replanteamiento pedagógico en la que se mueve el profesorado actual, sobrepasado por la heterogeneidad del alumnado y por el inmovilismo de una institución a la que la sociedad exige la primera y más determinante socialización de sus individuos: la escuela, el lugar público por excelencia. De una decisión ‘errónea’ surge la historia que vertebra dramáticamente la película y que evidencia la insensibilidad y autonomía que respecto de sus miembros posee la institución educativa. Para ello Cantet crea el personaje del alumno Souleymane, a quien, tras varios episodios de desobediencia e indisciplina, se le abre un expediente sancionador.

Una vez iniciado poco importan ya los debates éticos y pedagógicos sobre la efectividad de la medida y sus posibles efectos –expulsión del alumno y regreso a Mali–. El aparato institucional está en marcha y ya es imposible pararlo, es autónomo y se alza por encima de sus miembros. El expediente se incoa, la comisión de convivencia (órgano disciplinario) se constituye y, a pesar del alegato de la madre y de la oposición de alguno de sus instructores, el alumno es expulsado.

Pese a su propuesta casi documental, la película fue acogida con rechazo por el sector docente más conservador de la escuela francesa, alegando no verse reconocido en ese profesor que ‘traiciona’ los puntales básicos de la educación tradicional con su ‘relajada’ metodología didáctica basada en la abolición de las jerarquías rígidas e inviolables, democratización de los procesos internos al aula, transmisión bilateral de conocimientos, fomento de debates igualitarios y estímulo a la participación activa y autónoma del alumno.

Cantet y Begaudeau coinciden a la hora de decantarse por estos “nuevos” modelos pedagógicos (socráticos en definitiva) que sustituyen los cánones tradicionales fundados en la figura autoritaria del maestro que transmite sus conocimientos verticalmente mediante clases magistrales. Si algo concluye La clase es precisamente eso, la problemática lábil y confusa del alumnado del distrito 20 parisino, pero también del de cualquier instituto público madrileño –interracial, desequilibrado económica y socialmente, carente de referentes y valores unificados y de gran heterogenia académica, cultural y lingüística–, requiere una readaptación continua de las prácticas y métodos pedagógicos más allá del inmovilismo de quien por no aceptar los constantes cambios sociales sólo provoca segregación, discriminación académica e injusticia social. “Me gustaría que mis hijos tuvieran como profesor a François”, zanjó Cantet durante la presentación de “La clase”, ya que la suya es la única vía posible para dignificar la educación. Y aun así, por muchos riesgos que se asuman en el aula, la cima seguirá resultando inalcanzable.




ESCENA DAGUERROTIPO


El curso finaliza. El entusiasmo por el inicio de las vacaciones hace olvidar a profesores y alumnos lo vivido durante el último año entre los muros de una escuela pública. En la pared de un aula, una cartulina colorista resalta sobre el azul sanitario que cubre la estancia; en ella se distingue la silueta de cinco cabezas de diseño pop art radiográfico, con forma, tamaño y orientación asimétricas. El cartel no engaña, en el distrito 20 de París, el más multicultural de la capital francesa, no hay un cráneo igual a otro.
El profesor se despide, sonríe a los alumnos, incluso a aquellos –especialmente a éstos– con los que ha mantenido una tensa relación durante el curso. Todos bromean envueltos en una bruma de alivio y condescendencia. Nos vienen a la memoria los niños de la escuela unitaria de Saint-Etienne sur Usson, despidiéndose emocionados del maestro en la última escena del fabuloso documental “Ser y Tener” de Nicolas Philibert. En ambas películas la cámara acaricia la humilde satisfacción del docente tras aparcar su titánica labor. Una alumna aguarda nerviosa la salida de sus compañeros para acercarse al profesor.

“Profe”, confiesa, “durante este curso no he aprendido nada”. Philibert y Cantet en este punto divergen. Mientras el primero mantiene su confianza en el modelo de escuela republicana como único instrumento de dignificación social, el segundo –en la línea de Tavernier en Hoy empieza todo– nos arroja la imagen de Sísifo a través del rostro contrariado del profesor de Lengua. Educar no deja de ser un esfuerzo vano por alcanzar una cima a la que jamás se llega.




DÓNDE

http://www.gratispeliculas.org/descargar/la-clase-dvdscreener-castellano-2009-mu/
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http://www.nuncamas.org/descargar/4257_embrujadas.html
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1 comentario:

  1. Mmmm. Me suena haber leído algo parecido en algún sitio...
    Y me has recordado que me apetece volver a ver "Hoy empieza todo" algún día de estos y lo acertada que me pareció "La clase", así que qué buena re-señal de sábado, Fol.
    Giu.

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