miércoles, 24 de noviembre de 2010

Marius y Jeannette. ROBERT GUÉDIGUIAN. Francia, 1996

Hay películas que se sustentan sobre el peso de una ciudad, sobre su influjo, en las que todo lo que ocurre se supedita a la influencia superior de la urbe que impone su tiranía para bien o para mal sobre sus habitantes. Ciudades oxímoron, odiadas y queridas hasta el paroxismo.

“Llueve sobre Marsella, el sol languidece”, reza la canción que abre el film mientras Guédiguian muestra la primera panorámica que acaba desembocando en un cartel del barrio de la Estaca hundido bajo el agua del mar. La primera metáfora resulta de las evidentes, de esas que se lanzan a boca jarro; porque si Francia da la espalda a Marsella, Marsella da la espalda al barrio de la Estaca; un barrio obrero, multirracial, empobrecido, abandonado dentro de la inmensidad de esa periferia que se extiende inacabable kilómetros y kilómetros parida por el Puerto Viejo de la oveja negra de la Costa Azul. 


Un barrio que Guédiguian conoce a la perfección por ser el suyo y en el que el director ha contextualizado la mayoría de sus películas, empleando casi siempre para ello al mismo equipo de técnicos, al mismo guionista (Jean-Louis Milesi) y al mismo plantel de actores (su mujer Ariane Ascaride y sus amigos Jean Pierre Darroussin y Gerard Meylan entre otros); acercándose a sus calles tanto desde prismas más optimistas (“Al ataque”) como a través de visiones desoladoras y extremadamente crudas (“La ciudad está tranquila”), pero manteniendo siempre el mismo compromiso militante, obrero, socialista y multicultural. Un compromiso respetuoso con Marsella, con La Estaca y con sus habitantes, reproducido en el tratamiento humanista y solidario de su problemática proletaria e inmigratoria.


Los personajes del film, y éste puede ser su principal defecto, resultan ser estereotipos un tanto planos de obreros de conciencia y clase que colectivizan sus soledades gracias a las relaciones surgentes entre vecinos por las calles infradesarrolladas del barrio, rodeados de callejuelas, desempleo y puertas coloristas de madera. Sobre estas relaciones y sobre las conversaciones (en muchos casos forzadas) entre vecinos se construye la película; diálogos repletos de discurso humanista y menciones políticas un tanto maniqueas pero que definen perfectamente el espíritu combativo e inconformista de sus habitantes y del propio director.


Familias multirraciales, traumas colectivos e individuales, discusiones religiosas o políticas (como aquella repetida en la que no paran de echar en cara a uno de los vecinos que hubiera votado en cierta ocasión al Frente Nacional), convivencia por encima de raza, condición, usos y filias, historias de amor de romanticismo socialista, desengaños laborales, familiares y sentimentales, esperanzas de huida a París que chocan con el magnetismo del adoquín de las calles del barrio…


Y por encima de todos y cada uno de los habitantes gravita la ciudad; sus callejas angostas, su calor asfixiante, su humedad, sus edificios arruinados, sus paredes desconchadas, su adoquín en desnivel, sus chavales irreverentes, su juegos en las calles, sus paredes desconchadas, su mirada perdida, sus esperanzas difusas, su decadencia aplastante, sus músicas desacompasadas, sus gentes apátridas, sus tradiciones milenarias prostituidas, sus cartas de tarot por las esquinas, su rostro ajado pero sincero de vieja prostituta del que es imposible no enamorarse. Marsella; esa anciana sabia que deja jugar sobre su piel a la vida y a la muerte.


LA ESCENA DAGUERROTIPO

Jeannette ha sido llamado por su jefe a su despacho; su languidez, sus continuas faltas de respeto a los superiores, el desprecio a la autoridad y su comportamiento combativo e irreverente como cajera de supermercado provoca su despido. El despacho de su jefe se erige en una planta superior desde donde se controla toda la sala, como si de una cárcel en panóptico se tratara. A través de sus cristaleras y gracias a la gestualización de ambos podemos conocer el calado de la conversación, pero no por sus palabras, que no nos llegan.

Los dos discuten. Cuando el despido parece consumarse, Jeannette abre el micrófono que conecta con la megafonía del Supermercado y grita su consigna ante la mirada atónita de los clientes.



DÓNDE
y subtítulos en:
http://www.all4divx.com/download_subtitle/950428/Marius%20et%20Jeannette%20%281997%29.subtitle

1 comentario:

  1. ¿A qué espero para agarrar ya el cómic? (a terminar tus otros deberes...)

    Y una vez más me has recordado otra peli ya vista y olvidada: "Al ataque"

    No quito ni pongo una coma. Así se queda, sublime.

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