Pese a que Claudia Llosa concluyó sus estudios en Madrid y actualmente reside en Barcelona, su cine es inequívocamente peruano. En un país en el que durante 2007 tan sólo se produjeron tres largos, que carece de legislación de apoyo a la producción cinematográfica y que vive a la sombra de Francisco Lombardi, la aparición de Llosa, de apenas 32 años, resulta necesaria, casi mesiánica. En sus dos películas –Madeinusa, premio en Rótterdam y Málaga, y La teta asustada, Oso de Oro en Berlín–, Llosa disecciona una sociedad que, marcada en sangre por más de veinte años de violencia y corrupción, no logra reponerse de su patológica deriva moral y cultural.
Ya en su primera propuesta, Llosa revelaba la sincrética y asfixiante realidad rural andina a través de los ojos de un despistado urbanita que recala por error en una imaginaria aldea de los Andes. En el pueblo, durante tres días, desde la muerte hasta la resurrección de Cristo, desaparece el pecado, guiándose cada cual por su libre albedrío sin miedo al castigo. El sincretismo entre evangelización y paganismo indígena, el recelo hacia el desconocido, la difícil diferenciación entre lo real y lo mágico o la libertad sexual incestuosa resultan insólitos para el forastero, quien, superado por las circunstancias, acaba sucumbiendo a la crueldad rural.
La última escena de Madeinusa, en la que la perversa niña interpretada por Magaly Solier (protagonista de sus dos films) abandona el pueblo para dirigirse a Lima, se convierte a su vez en el punto de partida de La teta asustada; jóvenes que emigran a la urbe con un pesado lastre, la traslación de las heridas de la cordillera a la ciudad, traumas heredados por los hijos de quienes fueron asesinados o violadas por paramilitares, Ejército o Sendero Luminoso.
Así, una anciana, en su lecho de muerte, recurre a la transmisión oral y alza la voz históricamente silenciada de las mujeres para confesarle a su hija, mediante improvisadas canciones en quechua, que su padre fue asesinado y ella violada durante su embarazo, y que a través de su leche materna ha sido contagiada del mal de “la teta asustada”. Según una leyenda indígena, quien padece esta enfermedad carece de alma (como Fausta, la protagonista, en clara referencia a Goethe) y sufre náuseas y mareos frente al sexo y la figura masculina, de quien debe protegerse introduciéndose una patata en la vagina; un tubérculo que ramifica y fermenta, metáfora de los traumas colectivos del país.
Llosa indaga en los mecanismos de memoria de manera inversa a como lo hace Ari Forman en su también imprescindible Vals con Bashir. Mientras Forman trata de recobrar la memoria para asumir un trauma generacional ocultado, Llosa hace hincapié en la necesidad de desprenderse de una memoria colectiva trasmitida de generación en generación y que paraliza a la población menos formada y favorecida. Sólo se recuperará la autoestima cuando una población educada logre afrontar los traumas heredados.
Porque a Llosa le duele la brutal colonización cultural que amansa y anula a Perú, la pobreza intelectual y el desamparo cultural de la ‘clase media’, el inmovilismo educativo, el analfabetismo atávico… Tanto le duele que, separándose de la trama, decide introducir de manera casi subliminal una pintada con su reivindicación, que más bien parece una súplica: “Sólo la educación salvará a Perú”. Y no le falta razón.
DÓNDE
http://descargaloquequieres.blogspot.com/2009/10/descargar-la-teta-asustada-latino.html
Pienso que la película plantea que los traumas se pueden curar a través del amor. La última media hora de la película demuestra mi punto de vista.
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